
La vocación sacerdotal, al igual que la vocación de todo cristiano, arraiga en el designio eterno de Dios Padre, que se realiza en la vocación bautismal, y adquiere así una mayor determinación hasta llegar a ser concreta en relación a cada bautizado. Es el plan proclamado por el himno inicial de la carta a los Efesios: "Nos ha elegido en él [Cristo] antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad" (Ef 1,4-6). Es éste el fundamento de la radicalidad de la vocación cristiana: el designio de Dios no se conforma con una meta menor que la de ser santos e inmaculados en su presencia. Es un designio eterno, escondido en la intimidad de la vida trinitaria, que luego repercute en la vida personal del hombre y en lo íntimo de su corazón, cuando percibe que para él es un camino concreto que recorrer, en la identificación con Cristo y con la fuerza del Espíritu Santo, hasta la meta a que su Padre, Dios, lo llama."
1 comentario:
Hola Jóvenes marianos!!
Con frecuewncia leo sus reflexiones y me gustan mucho.
Buneo, ahora les d ejo mi comentario, para decirles que nos ha gustado tanto esta reflexión sobre la vocación sacerdotal que el equipo de edición de "El Patroncito" de nuestra parroquia ha querido publicarla en la primera edición de marzo.
Espero q no les moleste, porque además calza perfecto con la noticia del ingreso de raúl al seminario...
Los felicito y sigan así!!
En nombre dell Equipo de "El Patroncito", bendiciones!!
Macarena Maldonado A.
(sí, la hermana del Alexis)
=)
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