
La Hermosa Virgen Santísima presente en el monte Calvario en el Viernes Santo (Jn. 19,25) y en el Cenáculo en el día de Pentecostés (Hech. 1,14), probablemente fue una testigo privilegiada también de la Resurrección de Jesús, completando este modo su participación en todos los momentos esenciales del Misterio Pascual.La Bella María al acoger a su Hijo Resucitado, es signo y anticipación de todos los seres humanos, que esperan lograr su realización a través de la resurrección de los muertos.En el tiempo Pascual la Iglesia se dirige a la Madre del Señor y la invita a alegrarse: “¡Reina del Cielo, Alégrate, Aleluya!”