domingo, 23 de noviembre de 2008

Jesucristo Rey del Universo

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 23 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- El Papa explicó hoy a los fieles reunidos en la plaza de san Pedro para el rezo del Ángelus, que el Reino de Dios “no es de este mundo, pero lleva a cumplimiento todo el bien que, gracias a Dios, existe en el hombre y en la historia”.
“Si ponemos en práctica el amor por nuestro prójimo, según el mensaje evangélico, entonces hacemos espacio al señorío de Dios, y su reino se realiza en medio de nosotros. Si en cambio cada uno piensa solo en sus propios intereses, el mundo no puede no ir a la ruina”, afirmó.
El Papa explicó que Jesús “ rechazó el título de rey cuando éste se entendía en sentido político”, y sin embargo, “durante su pasión, reivindicó una realeza singular”: “Mi reino no es de este mundo”.
“El Padre ha confiado al Hijo la misión de dar a los hombres la vida eterna amándoles hasta el supremo sacrificio, y al mismo tiempo le ha conferido el poder de juzgarlos, desde el momento en que se ha hecho Hijo del hombre, en todo similar a nosotros”.
Respecto a las imágenes del Evangelio de hoy, sobre el juicio final, el pontífice explicó que el mensaje que transmite “es extremadamente importante: es la verdad sobre nuestro destino último y sobre el criterio con que seremos juzgados”.
Esta conocida página, afirmó, “forma parte de nuestra civilización. Ha marcado la historia de los pueblos de cultura cristiana: la jerarquía de valores, las instituciones, las múltiples obras benéficas y sociales”.
En este sentido, añadió, “el reino de Dios no es una cuestión de honores o de apariencias”, y por eso “no soporta esas formas hipócritas de quien dice 'Señor, Señor' y después descuida sus mandamientos”.
“Al Señor le importa nuestro bien, es decir, que todo hombre tenga la vida, que especialmente sus hijos más 'pequeños' puedan acceder al banquete que él ha preparado para todos”

domingo, 16 de noviembre de 2008

La Prsentacion de la virgen

Honramos la Presentación en el Templo de aquella Niña de bendición.
Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.
Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén , en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.
Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

domingo, 9 de noviembre de 2008

A ti, que eres joven… ¡Cristo te llama!


La fuerza de la esperanza
Recientemente ha finalizado en Roma el Sínodo de la Palabra, y resuena en nosotros un pasaje bíblico, que bien podría ser elegido como tema central de nuestra pastoral juvenil: "Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno..." (1 Jn 2, 14). ¿A qué jóvenes se refiere San Juan? ¿Existen en nuestros días este tipo de "jóvenes fuertes", que permanecen fieles al mensaje de la Palabra de Dios y que salen victoriosos de las múltiples tentaciones? ¿No se tratará, tal vez, de un pasaje bíblico que describe a los jóvenes del primer siglo del cristianismo, pero que está muy alejado de la radiografía sociológica del actual mundo joven?
Sin embargo, la Palabra de Dios, a diferencia de la palabra de los hombres, no se limita a describir las circunstancias y situaciones de un determinado tiempo y lugar, sino que tiene el poder y la gracia de transformar la realidad, engendrando y dando a luz a una juventud renovada por el Evangelio de Cristo. La fuerza de la esperanza cristiana es tal que, en plena crisis de secularización del Occidente cristiano, en una situación histórica que muchos perciben como de "fin de época", escuchamos la voz del Espíritu que anuncia el renacimiento de la experiencia cristiana: "¡Yo hago nuevas todas las cosas!" (Ap 21, 5). Si algo está quedando claro en esta crisis postmodernista es que Jesucristo y su Evangelio no tienen alternativa. Como decía Chesterton: "Cualquier cosa muerta puede ir con la corriente, pero solamente algo que está vivo puede nadar contra la corriente".

Mes de María


CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Oh Señora mía,oh Madre mía!

Yo me ofrezco todo a ti,

y en prueba de mi filial afectote consagro en este díamis ojos,

mis oidos.mi lengua,

mi corazón:en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo.oh Madre de bondad,

guardame, defiéndeme y

utilízamecomo instrumento y

posesión tuya.

Amén.