
El Papa insistió en varias ocasiones, antes y después del Ángelus, en la importancia de que los católicos de todo el mundo se “unan espiritualmente” a la JMJ.
“Invito a toda la Iglesia a sentirse partícipe de esta nueva etapa de la gran peregrinación de los jóvenes a través del mundo, iniciado en 1985 por el Siervo de Dios Juan Pablo II”, exhortó.
“Estoy seguro de que desde todos los extremos de la tierra los católicos se unirán a mí y a los jóvenes reunidos, como en un Cenáculo, en Sydney invocando intensamente al Espíritu Santo, para que inunde los corazones de luz interior, de amor a Dios y a los hermanos, de valiente iniciativa para introducir el eterno mensaje de Jesús en la diversidad de lenguas y culturas”, añadió en otro momento.
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