Tuve la gracia de poder estar estos dos días en el monasterio Trapense de Miraflores (ubicado al interior de Rancagua) donde se encuentra mi gran amigo; el Hermano Alexis Maldonado. Fueron dos días de intensa oración y recogimiento, en la cual el contacto con Dios es inminente debido a la paz y armonía que sólo un ambiente monástico puede dar.
En la mañana del día martes fui recibido con una cariñosa acogida, me ubicaron en la que sería mi habitación, me mostraron las partes a las cuales podía acceder y a las que no, para respetar la vida de clausura. Era ya la hora de sexta (12:15) la cuál se reza en la hermosa y acogedora capilla del lugar, luego de eso pasamos al almuerzo (12:45) en donde al entrar al comedor al frente mío se encontraba mi gran amigo el hermano Alexis, vestido con su hábito blanco y escapulario del mismo color, siempre con su cabeza rapada y su mirada de profunda tranquilidad. Fue una emoción que me es muy difícil de explicar.
Si bien es cierto almorzamos en el mismo comedor no pudimos cruzar palabras; debido a que los huéspedes son ubicados en un sector especial del comedor y la comida es en silencio ya que mientras se come uno de los hermanos se sube a una especie de tarima implementada con un micrófono y un asiento desde dónde se lee la vida de algún santo; en esta oportunidad se leían las cartas de Teresa de Calcuta.
Mientras tanto con el hermano Alexis cruzábamos miradas muy emocionadas por ver el uno al otro. La posibilidad de hablar con él la tendría el día Miércoles de ceniza después de la oración de nona (14:15).
Las piezas de la hospedería llevan nombre de algún Santo, curiosamente a mí me tocó la habitación llamada San Bernardo y mi nombre se encontraba pegado en la puerta.
Fue un día de mucha paz, oración y lectura espiritual. Debo reconocer que me costó manejar la ansiedad esperando el tan anhelado encuentro con el Hermano Alexis.
A las 19:30 rezamos Completas la última oración del día que se realiza antes de ir a dormir. a las 20:00 ya me encontraba en mi habitación intentando conciliar el sueño, tarea que no fue fácil, debido a que los últimos rayos de sol se colaban suavemente por las cortinas de mi ventana.
El día para los monjes Trapenses comienza a las 3 de la mañana y así fue como faltando 5 minutos para las tres de la madrugada mi despertador me avisaba que ya era hora de ir a la capilla.
Eran las 3:15 am cuando hacen ingreso lenta y suavemente todos los monjes a tomar posición para disponerse a comenzar la vigilia de todos los días. La escena es muy emocionante y conmovedora; el ver a los monjes vestidos con su hábito y su capucha en la cabeza haciendo ingreso en absoluta penumbra, tan sólo la luz de color rojo anunciando la presencia de Nuestro Señor Sacramentado, es una de esas escenas que dudo que algún día pueda borrar.
Cada salmo es rezado y meditado de una forma muy especial, que es imposible no sumarse a la contemplación de cada palabra.
Luego a las 6:15 de la mañana tuvimos la Santa Misa de Miércoles de ceniza la cuál fue presidida por el Padre Jesús; prior del monasterio el cuál con palabras muy sencillas y con una pronunciación lenta y clara de su homilía nos exhortó a la conversión y a entregarnos por completo al Señor.
Pasó la mañana y llegó una de las horas que tanto esperaba. Faltando 7 minutos para las 15:00horas, hacía ingreso a la sala de estar de la hospedería acompañado de su maestro espiritual, el Hermano Alexis a paso lento y muy tranquilo; (cómo es muy característico de allá)
Un apretón de manos y un fuerte abrazo fue el saludo que dio inicio a este encuentro de dos horas que tendríamos para reír, emocionarnos y hablar temas de mucha profundidad.
Sin duda que estos dos días fueron un regalo del Señor, mi amigo, el Hermano Alexis está muy tranquilo, muy feliz, y con un crecimiento espiritual inmenso.
Quiero ahora hacer extensivo a todos quienes lean este artículo a recibir los fraternales saludos que el hermano Alexis envía, en especial y con mucho cariño, que es como recuerda a su comunidad, San Alberto Hurtado.
Encomendemos al Hermano Alexis en nuestras oraciones y no cesemos de seguir orando para que el Señor su cite muchas y santas vocaciones en nuestra querida Parroquia.
En Cristo Jesús Jóvenes Marianos